Creo que la mente de alguien que recibe esta información queda bloqueada, como en shock, y pasa inmediatamente al lado emocional: sientes miedo, temor, y percibes un futuro incierto. Te vienen a la mente muchas imágenes de pacientes que han sufrido la enfermedad y han fallecido, y en mi caso que fui yo el que recibió la noticia, el caso positivo de mi esposa, una sensación de… ¿cómo le puedo decir esto?
Los dos nos hicimos la prueba, y dado el caso particular de mi esposa, que estaba sobreviviendo de cáncer, habíamos cuidado mucho su salud y el riesgo del contagio, fue peor. Pensé, ¿por qué no fui yo el positivo?, ¿Dónde pudo infectarse? Y poco a poco se va profundizando en las dudas y los riesgos.
Fue muy inesperado y por supuesto, me hizo pensar que algo terrible podría pasar con mi esposa, si fallecía de esta enfermedad, después de haber luchado contra el cáncer, juntos, haciendo todo tipo de tratamientos con la ilusión de poder vivir y disfrutar la vida en familia. No importa nada más que la familia en ese momento, y con la incertidumbre de conocer que no hay un tratamiento efectivo para esta enfermedad, es mucho peor.
Por un momento quede como anestesiado, emocionalmente, luego entendí que tenía que reaccionar y buscar consejo de un médico, que sabemos andan igual que todos, sin saber qué hacer, pero por lo menos te dan indicaciones básicas, para iniciar la lucha contra la enfermedad.
Pedimos mucho a Dios, nos concediera la sanación de mi esposa y que no se complicara. Aunque mi prueba estaba negativa, por indicaciones del médico, yo también recibí el tratamiento. Afortunadamente mi esposa pasó por la enfermedad sin complicaciones graves y aquí estamos tratando de hacer lo posible por pasarla bien en cuarentena.
Qué importante es tener fe para enfrentar una prueba como ésta. Los felicitos por su fe y su valentía y me alegro de que hayan superado la enfermedad. Gracias por su testimonio. Da esperanza y fortaleza y sobre todo porque nos ayuda a reconocer que sin Dios no somos nada.